Dos noticias publicadas en estos días por Gaceta Náutica confirman la aparición de dos peligros para la navegación que habrá que tener en cuenta en el futuro: las orcas y los catamaranes turísticos o comerciales. Cada uno de ellos, es cierto, circunscrito a zonas determinadas, las orcas en el acceso atlántico al Estrecho de Gibraltar y los catamaranes en las aguas del sur de Mallorca.
Del tema de las orcas y sus "ataques" a embarcaciones de recreo poco podemos decir, salvo que el cambio de hábitos por parte de esos mamíferos marinos es una tendencia ya consolidada. Por mucho que se ha estudiado el asunto, los especialistas no han conseguido determinar la causa de este cambio en la conducta y actitudes de estos animalitos que, hace pocos días, hundieron otro barco cerca de Tarifa. Afortunadamente no hubo víctimas, pero fácilmente podía haberlas habido.
Las medidas defensivas que se aconsejan para hacer frente a estos ataques no parecen dar ningún resultado y los incidentes se suceden e intensifican. Los consejos de los expertos que insisten en no causar ningún daño a las orcas atacantes, me temo que tendrán que ser revisadas y dar paso a lo que podríamos llamar "defensa activa". Al fin y al cabo, estaremos de acuerdo en la importancia de una vida humana frente a otras consideraciones.
Afortunadamente, el tema de las orcas nos queda geográficamente lejos, pero no así el de los catamaranes. No hace todavía un año se produjo en la bahía de Palma el caso del catamarán "kamikaze", cuando una de estas embarcaciones, dedicada a la fiesta y al jolgorio náutico, embistió a un barco fondeado que dirigía una prueba de la regata Illes Balears Classics. El barco abordado no se hundió, pero sufrió importantes averías de las cuales aún no se ha recuperado.
Aún no se ha explicado, que sepamos, cual fue el motivo del abordaje (falta de atención y vigilancia exterior, fallo de equipos de navegación, ignorancia o inexperiencia náutica). Dicho sea de paso, el caso se saldó, aparte de la sanción que pueda haberle caído al "agresor", con una sorprendente y muy discutible sanción a las "víctimas" (patrón de la embarcación y club organizador de la regata).
Pues bien, menos de un año después, otro catamarán comercial, en aguas del sur de Mallorca, aborda (embiste) y hunde a un llaüt dedicado a la pesca del calamar. Las circunstancias parecen ser que han sido muy similares: una embarcación no fondeada, pero sí parada, con mar llana y sin viento y un gran catamarán de 24 metros que, desde lejos, pone proa hacia la misma y, sin variar un ápice su rumbo y velocidad, lo aborda y lo hunde.
Los tripulantes del llaüt cayeron al agua y fueron recogidos por el catamarán, pero, su vida, evidentemente, corrió un serio peligro.
¿Qué les pasa a estos catamaranes? ¿Carecen de visibilidad a proa?, ¿no tienen instrumentos náuticos adecuados para navegar?, ¿no saben por dónde navegan?, ¿sus patrones carecen de experiencia suficiente?, ¿la titulación náutica que se les exige no aporta los conocimientos suficientes como para manejar un barco de ese tipo con seguridad?
No lo sabemos, de momento lo que parece claro es que a la lista de seguridad publicada por Gaceta Náutica habría que añadir un artículo que diga algo así como “Si un gran catamarán ves a distancia, ponte el chaleco salvavidas sin tardanza”.