No se entienden las Baleares, en sus insularidades de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera (y las islas menores encabezadas por Cabrera), sin la impronta naval que indiscutiblemente nos caracteriza. La navegación de cabotaje interislas, con la península y con otros destinos del Mediterráneo. Las más lejanas rutas con el norte de Europa, llegando incluso hasta Rusia. Las figuras destacadas de Baleares en la epopeya de los descubrimientos del Nuevo Mundo y su evangelización. Marinos ilustres de Baleares en nuestra querida Armada, con “es Capità Toni” como principal exponente. Las habituales Patentes de Corso expedidas por SM el Rey de España entre los marinos de Baleares de la época, etc., son todo ello profundas raíces que entroncan las tradiciones de cada una de nuestras islas con la historia común de España.
Sin embargo asistimos a un nuevo “expolio” delante de nuestras narices. Lo hicieron con la lengua, consiguiendo imponer un catalán estándar que nos es foráneo, extraño, subyugando por ello nuestras modalidades lingüísticas insulares propias. Con la historia nos venden unos imaginarios “Països Catalans” cuando lo cierto es que hemos sido el Reino de Mallorca y nuestro vínculo fue antaño con la Corona de Aragón, no de Cataluña. Entran de lleno en nuestras tradiciones: los grupos de “Gegants i Caperruts” (he leído ya “capgrossos”, enfín) ya los consideran como parte de la cultura “catalana de Mallorca”. Y lo están haciendo incluso con los Xirimiers, tan balear que da rabia ver como se van apoderando de todo ello bajo el paraguas de una mal entendida “cultura catalana”. Le añaden unos castellers y ya tienen su fiesta tuneada de catalanidad.
Este Pancatalanismo ha entrado a toda máquina en el mundo de la náutica balear, de Mallorca concretamente. Y lo hace de la mano del secesionista Miquel Ensenyat, dirigente del partido separatista MES per Mallorca. La ocasión la pintaron calva: la eterna reivindicación histórica para conseguir un Museo Marítimo en Baleares fue la excusa perfecta. La defensa de nuestro legado marítimo -que languidecía abandonado y disperso- fue el gancho. Y es que siempre repiten el mismo esquema. La vela latina, los bots mallorquines o los Mestres d’Aixa, el contenido cultural del que apropiarse. Incluso un mástil de embarcación enarbola una estelada independentista en mi querido Club Náutico de Cala Gamba, donde aprendí a navegar en Optimist pues mi familia paterna allí veraneó desde siempre -basta leer el libro “El Club Nàutic Cala Gamba en imatges” de Pere Galiana (pg 97, entre otras) para corroborarlo-. Si su primer presidente, el comandante de artillería Josep Marqués levantara la cabeza.. enfín.
El “Museu Marítim de Mallorca” está en marcha. Consulten internet y los perfiles en redes sociales del “Museu”. Todo está en catalán estándar. Ni rastro de nuestra modalidad lingüística de mallorquín. Ni rastro de español, por supuesto. Ni rastro de la historia naval mallorquina, tan ligada a la corona de España. Todo esto simplemente no existe. Y es que al frente del museo han investido al arqueólogo Albert Forés Gómez, que se manifestaba junto a otros separatistas en la concentración del pasado domingo 20 de octubre contra el Tribunal Supremo y su sentencia condenatoria por Sedición a los dirigentes políticos catalanes implicados. No defiende nuestra cultura propia. Promueve con el dinero público los “Paísos Catalans”. Pues eso.