El pasado 25 de noviembre entregamos los Premios Timón correspondientes a la edición de 2022 en el Port Center de Palma, la antigua sede de la Autoridad Portuaria de Baleares. No voy a extenderme aquí en el contenido de estos galardones, pues les hemos dedicado un suplemento especial encartado en las páginas centrales de la edición de diciembre de Gaceta Náutica, pero sí quiero que este espacio sirva para trasladar mi sincero agradecimiento a la persona que hizo posible que pudiésemos disfrutar del mejor marco disponible en el puerto de Palma. Me refiero, por supuesto, a Francesc Antich, recién dimitido presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) por razones de salud.
Él fue quien, al conocer la existencia de los Premios Timón, en los que ya colaboraba el ente autonómico Ports IB, quiso que la APB participara promoviendo, primero, el galardón de innovación y ofreciéndonos, luego, la posibilidad, que obviamente no desaprovechamos, de organizar la gala en el nuevo Port Center.
Me consta que tuvo que vencer alguna resistencia, dado que este medio ha sido muy crítico con la APB, pero eso ahora es lo de menos. Lo importante para nosotros es que Antich, libre de prejuicios, nos ayudó a dar un último empujón a nuestros premios, devenidos en poco tiempo en referentes del sector náutico.
Antich llegó a la APB en unas circunstancias muy difíciles, tras el estallido del caso Puertos que hoy, dos años y medio después, sigue generando una gran incertidumbre. Muchos creyeron que se limitaría a cubrir el expediente mientras se agotaba la legislatura, pero pronto dejó muy claro que esa no era su intención.
Su estrategia consistió en empaparse de la realidad de los puertos que ahora tenía a su cargo y sobre los que apenas sabía nada. No era su mundo, no conocía a casi nadie. Para compensar este hándicap, Antich habló con la gente, escuchó con atención, contrastó opiniones y, a partir de ese trabajo de campo, marcó una nueva línea de trabajo basada en el diálogo constructivo y en tender puentes que llevaban al menos cinco años rotos. Comprendió que era necesario un cambio de rumbo y que éste empezaba por mejorar las formas.
El margen de maniobra, con una investigación judicial bajo secreto, era muy estrecho, pero todos en el sector teníamos la sensación de que el presidente estaba sentando las bases para una gestión de los puertos más transparente.
De algún modo, Antich, el veteranísimo político que lo había sido todo antes de llegar al puerto (presidente de Baleares y senador autonómico) y por el que pocos daban un duro, nos había cautivado con su cercanía de trato y sus intenciones claramente honestas. Quizás él, que llegó por casualidad, también se vio cautivado por nuestro mundo de gentes de la mar.
Creo que no me equivoco si digo que, al margen de ideologías y preferencias políticas, el sector náutico y marítimo hubiera visto con buenos ojos que Francesc Antich pudiera culminar su etapa al frente de la Autoridad Portuaria de Baleares. No ha podido ser. Ahora debe ocuparse de lo principal, que es la salud y la familia, y saber que nos ha dejado un gran recuerdo.
Recupérese, presidente, y gracias por todo. Ya sabe que en el puerto ha dejado a un puñado de buenos amigos.