Había llegado el verano y los Tigres de Mompracem tenían todas las vacaciones escolares por delante. Este año había algún cambio. Biel se había embarcado como grumete en un llaüt de pesca. Comenzaba su vida como marinero con las faenas más duras y mojadas, amén de la continua limpieza de cubierta y sentina, pero sus amigos ya le veían a la caña de su propio barco. A cambio se había apuntado con ellos Gonçal, el hermano pequeño de Pedrete, que se había revelado como un genio del mal. Si alguien pensaba en una trastada, él ya le había dado una vuelta y mejorado.
Así es como llegaron a la idea más brillante que tuvieron ese verano y sólo era 12 de Julio: secuestrar y pedir un rescate por Esmeralda. Los Darder -Don Francisco y Doña Francisquita- eran un matrimonio de Sóller que veraneaba en el Port de Pollença, eran cascarrabias, malhumorados y pocas pulgas, apenas se relacionaban con dos o tres familias durante los tres meses que pasaban en Eu Moll. No tenían hijos y todo su amor lo volcaban en una perrita Dachshund llamada Esmeralda que se decía que sólo comía magret de pato y un foie gras muy fino. Lo que si era cierto es que la correa tenía una verdadera esmeralda. La perrita parecía tener el mismo humor que sus dueños y ladraba a todo el mundo que pasaba por delante de su casa. Esto alegraba a Doña Francisquita, pues le hacía pensar que ese tramo de playa también era suyo a pesar de no pisar nunca la arena. Esmeralda sólo salía a dar una vuelta a la manzana de la mano de Marina, una de las hermanas de Mateu, que era la única a la que nunca ladraba. Todos los días de verano, puntualmente a las siete.
Gonçal explicó a los chicos el plan, hicieron pruebas de pasar el bote remando desde un muelle hasta casa de Xavi, cuanto tardarían en volver corriendo de nuevo hasta casa de los Darder, dónde dejar el perro durante unos días, compraron petardos para asustar a Marina y Esmeralda y se hicieron con un cabo para hacer de correa. Todo listo.
A las seis y media estaban esperando en la esquina de los Darder, oyeron el reloj de la casa. Esperaron a ver llegar a Marina que, al poco, sale con Esmeralda. Pedrete y Xavi se van al otro lado de la casa, Gonçal lanza dos petardos cerca de los pies de la niña ¡bum! Susto, grito y aullido de la perrita que tira de la correa con fuerza y se escapa de las manos de Marina. Esmeralda sale en dirección de los otros dos, pasa entre las piernas de Pedrete y salta en brazos de Xavier. Esmeralda resulta no ser un perro gruñón y le da varios lametazos en la cara a Xavi que, sorprendido, no sabe qué hacer. Mientras Mateu confunde a su hermana llevando en la dirección equivocada Gonçal coge a los otros dos y se dirigen hacia el bote. Saltan, sueltan el cabo que estaba amarrado por proa y tiran del pequeño rezón que hay por popa. Pedrete y Gonçal cogen un remo cada uno y comienzan a bogar. Xavi coge la caña y Esmeralda se entretiene mordiendo tobillos, lamiendo dedos y saltando de la amura a la aleta. ¡Toda una aventura para la perrita!
En menos de cinco minutos han cruzado la playa de Albercutx y fondeado el bote frente a la casa de Xavi. Gonçal le da su bocadillo de sobrasada a Esmeralda para que deje de morderle los tobillos y se lo zampa en tres bocados, debe ser verdad que sólo come dos cosas, y se queda tirada en el banco para digerir su hazaña. Los chicos bajan, llegan al paseo, cruzan por dentro de la casa, salen por detrás y corren hasta casa Darder para que nadie les eche en falta. Al llegar oyen los gritos y lloros de Doña Francisquita por la pérdida de Esmeralda. Mateu está en la puerta blanco como la pared y Marina no para de llorar ya que la hacen responsable. Don Francisco los ve llegar y les ofrece dos duros por niño si recuperan a la perrita. ¡Los chicos no se lo creen! Lo que ellos iban a pedir de rescate es lo que le darán directamente.
-Esto lo facilita todo, no deberemos tener a la perrita en casa un par de días ni enviar mechones como prueba. -les dice Gonçal a los otros.
Los chicos se ofrecen inmediatamente a buscar a Esmeralda. Cada uno sale en una dirección para reunirse detrás de la casa. Corren hacia la casa de Xavier hablando ya de en qué se iban a gastar el botín, cruzan la casa, salen por la puerta delantera, llegan al bote y ahí no hay nadie. Esmeralda ha vomitado todo el bocadillo y el bote está para baldear de arriba abajo. El padre de Xavi se asoma y les dice que su tripulante se puso a aullar en cuanto se fueron, saltó al agua y se fue en dirección a su casa. Se les escapa el premio.
-Esmeralda, Esmeralda, ¡bonita! -los cuatro llaman a la perrita y caminan siguiendo sus pasos. Al doblar la esquina la ven, ella se alegra de verles y comienza a mover el rabo, pero cada vez que ellos dan dos pasos Esmeralda sigue con el juego y se da una carrera. Los chicos se paran, ella también, les ladra y espera hasta que estos arrancan de nuevo.
-Se nos escapa.
-Esmeralda, toma, ¡reina!
Se acercan poco a poco, casi están, Gonçal alarga los brazos y… vuelta a empezar. Esmeralda corre diez metros más. Nunca se había divertido tanto.
Don Francisco observa toda la escena desde la cancela de su casa, la abre y espera. Esmeralda le ve, corre y de un salto supera el escalón, se estira y mira a los niños que se quedan sin recompensa. Don Francisco entra y cierra la puerta y los Tigres pueden ver como se sube a su butaquita y es recibida por Doña Francisquita.
Al menos, Esmeralda ya no les ladrará nunca más cuando pasen por delante de casa Darder.