Un poco menos los romanos, que copiaron a los dioses, héroes, ninfas y otros personajes griegos y los latinizaron, les pulieron los cantos y los largaron desde las Galias al norte de África, pasando por Asia Menor. La griega no iba a desaparecer, porque le llevaba tanta ventaja a la de Roma como que Rómulo y Remo se amamantaban de la loba cuando Homero ya firmaba ejemplares de la Ilíada.
Hoy les refresco el coco con uno de los más conocidos mitos helénicos: el de Ícaro, el tarambana que, pudiendo volar gracias a que su padre le fabricó unas alas con plumas y se las pegó al cuerpo con cera, no siguió el consejo de no volar demasiado alto, y subió, subió, subió hasta que la cera se derritió, se le despegaron las plumas y se dio una hostia que hasta hoy se recuerda.
De esto no hay que sacar como enseñanza que hay que buscar un mejor pegamento para plumas, sino que es muy bueno trepar, subir, la ambición, pero donde uno crea que puede seguir dándole altura al asunto, se puede caer y hacer mucho, mucho daño propio y ajeno.
El Salón Náutico Internacional de Palma va mejorando desde que, como Ave Fénix, renació de las cenizas del borrón y cuenta nueva de hace unos años. Todavía tiene dos nombres, uno para la parte de las embarcaciones menores y otro para la de superyates. Esa diferencia por cuestiones administrativas -de esas que a veces hay que sufrir- fue necesaria para el inicio de esta nueva etapa, pero esta feria náutica ya ha demostrado tener caché como para crecer juntos y mostrarse unificada.
Si lo hace, se comerá al Salón Náutico de Barcelona, sin ganas de hacerlo, pero al final todo se juzga y pasaremos por delante. Y continuando así, seremos finalmente la principal feria de España y compartiremos el protagonismo en el Mediterráneo junto con Cannes, Mónaco y Génova. Nuestra oferta de vela ya es considerada dentro de las mejores y además de ser el trampolín a la temporada y primeros en el calendario, pillamos al asistente con ganas de verano.
Hay que comenzar a facilitarle la cosa al mallorquín que nació con el derecho de poder disfrutar del mar por ser isleño, un derecho tan fundamental como su idiomaY aquí viene Ícaro. En el momento que nos creamos que ya estamos allí, que lo sabemos todo, que lo que no se hace es por dificultades insalvables, que no nos hace falta seguir innovando (cuya definición incluye mejorar lo que ya existe), en ese momento es cuando habremos subido muy alto en nuestra soberbia, el sol comenzará a ser demasiado fuerte para la cera y comenzaremos a perder plumas.
A quienes organizan la feria les pido que aprovechen este momento. Chema, AENIB, Consellería, APB, se está consiguiendo lo que se soñó durante mucho tiempo y se está logrando porque se rompieron los moldes que no nos dejaban respirar. Ahora hay que afinar, mejorar los detalles, los que hacen que de un «muy bien» se pase a un «excelente». Y sobre todo, ahora que se le da a los superyates la importancia que tienen, hay que comenzar a facilitarle la cosa a la náutica social, al mallorquín que nació con el derecho de poder disfrutarlo por ser isleño, un derecho tan fundamental como su idioma y sus tradiciones.
Hay que mostrar, hacer participar, enseñar, entusiasmar, y ya no hacerlo como complemento simpático de la feria sino como deber para el futuro de Mallorca. Está claro que para conseguir esto todo el mundo debe aflojar un poco. ¿Que aflojar un poco es malo porque después se pide más?, sí, es cierto, funcionamos así, pero también es manejable y no olvidemos que lo reprimido termina por estallar, que así nació esta nueva etapa. Fui protagonista del crecimiento del nuevo evento durante tres años y me encanta ver cómo las cosas van progresando y escuchar, aquí y en el extranjero, los elogios que hemos conseguido.
Ícaros de este evento, por favor, no vuelen demasiado alto y caigan en el «no tocar nada que así funciona», porque autoconvencerse de lo que aparentemente nos conviene es muy fácil, pero nos ciega. Tampoco es cuestión de ir al galope. Estamos a un paso de ser grandes por mérito propio, algo que soñamos durante muchos años y que ahora está allí cerquita, al toque, esperándonos. Mallorca lo merece.