El sector náutico tiene razón. El texto del supuesto decreto para la protección de la posidonia es en realidad una norma destinada a terminar con el derecho del libre fondeo. Podría llamarse, sin más, decreto contra el fondeo de embarcaciones, o ya que estamos: decreto contra la náutica de recreo. Tanto da. Al final se trata de eso.
Es hora de decirlo claro: los actuales dirigentes de la conselleria de Medio Ambiente, con el conseller Vicenç Vidal a la cabeza, están obsesionada con nuestro sector. No les gustamos. Nos consideran sus enemigos. Y por eso han trabajado de manera incansable hasta lograr que la sociedad asuma como verdad absoluta lo que en realidad no es más que una mentira: que las anclas –y sólo las anclas– están provocando la desaparición de la posidonia oceánica, cuando ni una cosa ni la otra son ciertas. Para ello han contado con la colaboración inestimable de varias asociaciones con las que comparten tirria ideológica por la náutica y la actitud acrítica de la mayoría de los medios de comunicación.
En esto hay que reconocerles su mérito: como propagandistas no tienen rival. Y tampoco carecen de medios. No debe extrañarnos que la televisión pública de Baleares, IB3, financiada con el dinero de los contribuyentes, ofrezca 100 euros de recompensa al espectador que conozca «el nombre de la planta marina amenazada por las anclas de los barcos» o que en sus informativos emplace a presentar alegaciones al decreto a través del formulario de la web de una asociación «antifondeo» que presume de tener 25 miembros y un presupuesto anual de 500 euros ¿Por qué no recomendar hacerlo, por ejemplo, desde el portal de la Asociación de Clubes Náuticos, que representa a más de 15.000 familias, o con la ayuda la Asociación de Navegantes Mediterráneo? La respuesta es muy simple: porque no les interesa que se conozcan más versiones que la oficial, la suya, la única.
La manera en la que el texto del decreto ignora las auténticas amenazas que se ciernen sobre las aguas litorales de Baleares debería sonrojar a sus autores. Es sencillamente vergonzosa la manera en la que el decreto de la conselleria pasa de largo por la emergencia medioambiental de primer nivel que supone el vertido anual de millones de litros aguas residuales al mar, asunto que hemos tratado profusamente en esta publicación y que, por supuesto, no preocupa lo más mínimo a las entidades y grupúsculos supuestamente ecologistas que marcan el ritmo de la actividad del Govern en esta materia. Tampoco les importa investigar la incidencia del calentamiento del agua en la salud de la posidonia, ni cómo esta planta está siendo afectada por la presencia de especies invasoras.
¿Para qué si ya están los malvados navegantes y sus anclas para cargar con toda la culpa, si ya tienen un chivo expiatorio? ¿A quién puede importar que el decreto no garantice el inocuo fondeo sobre arena o que sea el paso definitivo para la privatización del mar mediante la instalación de campos de boyas cuyos concesionarios, como revelamos en esta edición de Gaceta Náutica, declinan cualquier responsabilidad si se rompe el tren de fondeo en condiciones de viento flojo? Como dijo el actual alcalde de Sóller a uno de nuestros periodistas cuando le demostró que la posidonia de su puerto estaba sana. «Da igual: aquí hay demasiados barcos».