FANMED presentó el 22 de marzo ante la presidenta del Govern cien adhesiones a la Declaración Cero Vertidos.
Si algún día Baleares consigue depurar todas sus aguas residuales, sin necesidad de arrojarlas al mar a través de costosísimas tuberías submarinas, sus habitantes estarán en deuda con el grupo de navegantes que un día decidió denunciar la brutal contaminación provocada por los vertidos terrestres y sus consecuencias nocivas más que evidentes sobre los ecosistemas marinos.
Gracias a ellos, hoy la sociedad está concienciada acerca de una problemática medioambiental que, por la razón que sea, había sido históricamente minimizada por las grandes asociaciones ecologistas de nuestras Islas. La prueba de que esta labor de denuncia y divulgativa ha surtido efecto es el gran número de adhesiones que ha suscitado la declaración «Cero Vertidos» impulsada por la Federación de Asociaciones Náuticas para el Medio Ambiente (FANMED), o sea, por el sector náutico.
Ninguna entidad había presentado hasta la fecha una propuesta tan ambiciosa para proteger el Mar Balear de la agresión diaria a la que está sometido por los vertidos, la cual se ha visto incrementada debido al aumento de la población flotante y residente. La presencia entre los firmantes del manifiesto de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB) y de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), las dos mayores patronales del archipiélago, da idea de hasta qué punto ha calado el mensaje lanzado por los usuarios del mar. La ausencia de las principales asociaciones ecologistas es también muy significativa. Está claro que no están dispuestas a dejarse liderar por un colectivo al que han estado satanizando sin miramientos ante la opinión pública. A nadie le gusta que su «adversario» le adelante por el interior en un asunto de tanta importancia. Es lógico que estén molestas.
La gran pregunta que seguro se hacen muchos lectores es si la declaración es un simple brindis al sol o existe, en efecto, la posibilidad técnica de que toda el agua dulce que se trata en las plantas depuradoras pueda ser reutilizada en usos como el agrícola, el riego de jardines y campos de golf o la limpieza de calles. La respuesta es rotunda: sí, sí se puede. Existe tecnología para hacer que eso sea posible. El problema, como es lógico, está en el volumen, lo que nos lleva en última instancia a la política y al dinero.
No hablamos de una utopía, pero sí de inversiones costosísimas que requerirían de una voluntad sincera de protección del medio ambiente. Ya les adelanto que, en el corto plazo, una cosa serán las palabras (sin duda muy bonitas) y otra la realidad. No olvidemos que actualmente hay en marcha dos importantes proyectos para instalar sendos emisarios submarinos para verter aguas residuales al mar, uno impulsado por EMAYA y el Gobierno central en la Bahía de Palma, y el otro en la zona protegida de Son Bauló, en la Bahía de Alcúdia. Ambos expedientes están abiertos y en trámite, y no parece que la declaración «Cero Vertidos» vaya a ser capaz de detener la maquinaria administrativa. Se dirá que no existe otra solución y que la desembocadura de la tubería está muy alejada de la costa, como si los problemas dejaran de existir cuando están fuera de nuestra vista y como si el mar fuese el vertedero que todo lo asume y todo lo tapa. Pero ya no cuela. Ahora, gracias al buen trabajo de FANMED, sabemos que un mar libre de vertidos es posible. Luchemos por ello.
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